Estoy leyendo un documento elaborado por la OMS cuya traducción literal es algo así como “Fatiga pandémica: revitalizar al público para prevenir COVID-19”. Parece que la OMS se ha “inventado” este término para explicar los síntomas que padece casi el 60% de la población europea tras el comienzo de la pandemia: estrés, apatía y desmotivación.
Voy a dejar de lado el hecho de que mucha culpa de este desastre lo tiene precisamente la OMS, que nos ha mandado mensajes contradictorios todo el tiempo, pero vaya, no son los únicos.
Evidentemente, muchísima gente lo que está pasando es estrés postraumático, ya que han perdido seres queridos o su trabajo. Y los que de momento menos sufrimos, pues como mínimo le tenemos miedo al contagio, miedo al futuro… MIEDO.
Miedo, no fatiga.
Y el miedo excesivo produce INDEFENSIÓN APRENDIDA y por tanto conductas que pueden parecer apatía y desmotivación, pero no, son más depresión y ansiedad que otra cosa. No entiendo este “lavado de cara” que le quieren hacer a un trastorno para no llamarlo como en realidad es.
Pero sospecho qué está pasando. Parece que se ha visto que hay gente que se está relajando para seguir las recomendaciones para prevenir el contagio. Y la explicación que se le da es que tienen “fatiga pandémica”. Venga ya, señores. Entonces no tiene nada que ver que las normas sean contradictorias, que en cada territorio se haga de una forma diferente, que no se apoye a los que lo están perdiendo todo…eso no es razón para que la gente se “relaje” ante las continuas contradicciones de quien debería velar por el bienestar común. No, es mucho más fácil echarle la culpa, una vez más, a la gente. Que estamos fatigados.
Lo que estamos es indefensos, que no es lo mismo.
En el documento se dan una serie de recomendaciones que no voy a repetir aquí por puro obvias que son.
Sí que es verdad que estamos frustrados, tristes, preocupados e irritados. Y para quitarnos todo eso de encima, lo que necesitamos son apoyos, garantías de que vamos a poder llenar la nevera este invierno. Necesitamos líderes que no nos mientan, que no nos traten como niños y que dejen de decir que hemos de ser “resilientes” como si eso estuviera en las manos de cualquiera así porque sí.
Yo más bien lo que os recomiendo es precisamente que no bajéis la guardia, que no estamos “fatigados”, estamos rabiosos. Y la rabia, bien entendida, mantiene la mente alerta.
Ante los síntomas, cuídate más que nunca, habla de lo tuyo con los tuyos, mantente al día de la información veraz y piensa hacia adelante. Quizás la vida nunca vuelva a ser lo que era. Lo que no significa que vaya a peor. O sí. Pero despiertos.
#ungestocambiatuvida
