ADOLESCENCIA

¿Quién soy? ¿Qué me pasa? ¿Soy un bicho raro? ¿Cuáles son mis puntos fuertes? ¿Lograré ser feliz? ¿Por qué me asusta la gente? ¿Por qué me cuesta ligar? ¿Le podré gustar a alguien? ¿Por qué mis padres no me entienden? ¿Cómo ser popular?…

Estas y más preguntas se hacen nuestros adolescentes cada minuto de su día. Es una etapa agotadora, de autoconocimiento y descubrimiento de los demás, de reflexiones eternas donde nada o poco se consigue, de búsqueda de respuestas e intento de soluciones, algunas acertadas, otras no. 
Es un buen momento para acudir a un profesional de la mente que te puede ayudar a dar respuesta a muchas de estas cuestiones y a tomar las decisiones correctas. No hace falta tener «problemas» (estudios, amistades…). Es tan solo una ayuda a atravesar una etapa difícil pero fascinante y de gran importancia para tu futuro. Lo que ahora siembres, es lo que recogerás. Si maduras en armonía con tu persona, si te llegas a conocer y aceptar, serás feliz. De lo contrario, tus miedos te perseguirán, tus incertidumbres te harán zozobrar y la vida será una carrera de obstáculos de difícil superación. 

Más que hablar de la adolescencia, habría que hablar de adolescencias, ya que cada adolescente es único, aunque con rasgos comunes a los demás. 

Para poder evaluar correctamente, debemos tener en cuenta las variables biológicas (cambios físicos, motrices, hormonales, cerebrales,…), variables emocionales (estados de ánimo, descubrimiento de nuevas emociones, autoestima,…), variables cognitivas (cambios en la manera de razonar, lenguaje, metacognición,…) y variables sociales (relaciones, interacciones, microsistemas, mesosistemas,…). Solo entonces tendremos una visión completa de la persona y podremos incidir en los aspectos que queramos modificar. 

 Mi gran amiga Julia me ha escrito estas palabras que definen muy bien lo que es el trabajo con adolescentes, «La tarea de acercarse a quien se siente herido en lo más profundo, requiere un modo y saber profesional especial. Debe tener como fin no sólo el generar un espacio tratado desde la sutileza y con mirada integradora, sino que abra los caminos a la comprensión de lo que realmente sucede detrás de todos los graves síntomas con los que se comunican los menores. Sólo así podremos iniciar los adecuados pasos y desplazamiento hacia la comprensión de lo que cada menor y miembro de su familia precisa para llegar al momento de transformación personal .

Es apoyar el proceso de recuperación de su competencia personal y familiar, favoreciendo la transformación de una realidad dolorosa y cautiva, en una experiencia creativa de liberación y esperanza.» (Julia Hernández Reyna)

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