Hay que ver cómo pasa el tiempo. El ciclo de la vida.
En mis cursos de Intervención familiar y en mis clases de la Universidad, un tema ineludible es el del Ciclo Evolutivo de la familia. Si no entendemos de dónde venimos, no podemos entender nuestro presente ni tampoco plantear nuestro futuro.
La familia es un sistema que cambia con sus miembros. Va evolucionando y en cada paso en esa evolución se produce una crisis. Y las crisis son buenas, porque ya se sabe que, como dijo Henley “sin crisis no hay cambio”. Pero qué mal se pasa en las crisis, ¿verdad?.
Una de las más míticas es la adolescencia. Luego está la de la “mediana edad”, de la que ya he hablado en otras ocasiones. Hoy quiero hablar de la que sucede cuando los hijos ya se van independizando, llega la jubilación… ¿una liberación o el vacío?
Como siempre, no se puede generalizar porque cada familia es un sistema único de personas diferentes, de interacciones diferentes, de sueños, historias y narrativas diferentes. Y eso es lo fascinante de esta profesión: descubrir todo eso, encajarlo, darle una forma alternativa que convierta la crisis en crecimiento.
¿Qué pasa cuando llegas a esa edad en la que no eres joven, pero tampoco te sientes viejo o vieja, en la que ya no sientes que se te necesite, pero desear seguir siendo útil, en la que empiezas a contar lo que te queda intentando no mirar atrás, para no ver lo que te has dejado? ¿lo vivimos igual hombres y mujeres? ¿cómo es eso de envejecer juntos?
Más del 40% de las personas de más de 65 años viven solas con su pareja (INE, 2020). Hay estudios que indican que a partir de esa edad pasan cosas como que los hombres se hacen cargo de más cosas del hogar y que puede aumentar la violencia de género.
Vamos a pararnos un poco en esto último. ¿Por qué aumenta la violencia de género, incluso la cantidad de separaciones y divorcios en esta franja de edad? Pues no he encontrado estudios al respecto, pero yo tengo una teoría basada en mi práctica clínica. Y tiene que ver con el Ciclo Evolutivo, como casi siempre. Resulta que la pareja es pareja, está en su burbujita feliz hasta que son padres. Allí la burbujita suele romperse o minimizarse mucho, ya que, entre el trabajo, la casa y los niños, poco tiempo queda para mantener esa burbujita en pie. Y si no se le presta atención, la burbujita desaparece y ya no hay pareja, solo padre y madre.
Entonces llega la emancipación de los hijos y el nido vacío. Además llega la jubilación. Entonces ¿qué queda? Una mujer y un hombre que de repente tienen tiempo para mirarse a la cara y descubrir que ya hace mucho que no hay burbujita. Mal rollo. Pero si supieron mantener la burbuja, si supieron darse apoyo mutuo, tener intimidad, sexo y complicidad, vivirán esta etapa como una oportunidad de volver a su burbuja y disfrutar de la vida, no como antes (el pasado nunca vuelve), sino como ahora. Con una nueva perspectiva de vida.
Así es, queridos amigos, lo mejor es mantener la burbujita lo más intacta posible a base de esfuerzo, ya que el amor, por sí mismo, no es suficiente. Aquí os doy muchos consejos para hacerlo: https://youtube.com/playlist?list=PLL1Skk2KmIin1PfQLAAVqoqCzM4nsqOSX
Y de esa perspectiva de vida hemos hablado en un “entreholas” con la Dra. Pilar Olave, catedrática de economía de la Universidad de Zaragoza. Mujer, madre, profesional, pareja… mucho que contar en una etapa de su vida por la que pasan y pasaremos muchas mujeres. Junto a Patricia Tisner, como siempre, aportando ese valor añadido de la experiencia que conecta con el mundo empresa. Aquí lo dejo:
Y Patricia Tisner pone el foco en la parte profesional, en esa vocación que no acaba cuando uno se jubila, sino que también se transforma. Pone encima de la mesa las enormes posibilidades que tienen los llamados “Knowmads”. Aquí lo veréis mejor.
#ungestocambiatuvida
