A veces la vida nos trae cosas feas, conflictos, pérdidas, desencuentros dolorosos… a veces incluso nos trae tantas cosas feas a la vez, que nos hace caer en una especie de pozo oscuro y profundo desde cuyo fondo no vemos la salida. Te da tal bandazo todo que ya no sabes ni quién eres ni lo que sientes.
Algo que nos puede salvar de caer en ese pozo es el conocernos bien a nosotros mismos y ponerle nombre a las emociones que sentimos. Por eso yo pondría como asignatura obligatoria y transversal en el cole y como práctica habitual en casa, el trabajo con emociones y con el autoconcepto.
Pero volvamos al pozo. Si ya estás allí, cómo salir de él. Lo primero es saber que sentimos. Ponerle nombre a las emociones hace que podamos manejarlas. No podemos pararlas ya que son involuntarias, pero si podemos fortalecer la parte de nuestro cerebro que se encarga de gestionarlas (Corteza prefrontal) para así no dejar que la parte donde se almacenan (amígdala) campe a sus anchas haciendo que perdamos el control. Y para ponerles nombre, hay que dejar que salgan, aceptarlas, no tenerles miedo. Si estás triste, estás triste, se sufre, vale, pero si sabes de donde viene esa emoción podrás regularlo de alguna forma para que no te asalte sin razón aparente en cualquier momento.
Para esto yo uso la App web que hemos hecho con mi hermano Axel, que se llama Moodeler y que es una App profesional de mucha ayuda para que mis clientes aprendan a gestionar sus emociones.
Por otra parte el autoconocimiento nunca es tarde para trabajarlo. Somos personas cambiantes, que vamos evolucionando a lo largo de nuestra vida y a veces no salimos de ese pozo porque nos empeñamos en mantener unas creencias y conductas que por lo que sea nos han llevado a donde estamos. El “siempre lo he pensado así, o siempre lo he hecho así” ha de ser cuestionado.
Abrete a nuevas formas de pensar, abrete al cambio.