NIÑOS QUE GRITAN

Hay en mi barrio un niño o niña que grita. Por lo agudo del berrido debe tener entre 1 y 3 años, no más. Es un grito agudo y chirriante. Y continuo. A todas horas. No da la sensación de que le pase nada malo, no es lloro. Es grito, sin más.

Yo me pregunto por qué gritará. Y también me pregunto cómo pueden soportarlo sus padres. Os digo que es continuo y a todas horas. Yo lo oigo a lo lejos y me resulta muy molesto. No me imagino cómo debe ser para el que esté al lado. Desesperante.

Vamos con mi primera inquietud: ¿por qué gritará? Si tiene, como digo, entre 2 y 3 años, es porque su momento evolutivo así se lo pide. En esta etapa los niños pasan por su primera fase “rebelde”. Como no saben distinguir bien sus emociones, pues expresan su desacuerdo, malestar o ganas de atención de esa forma. Es pasajero, pero se puede alargar mucho si los adultos no le ponemos remedio, claro. Luego vuelvo sobre esto.

Y ahora veamos qué nos pasa a los adultos cuando oímos ese tipo de grito en un niño. Hay investigaciones (Arnal et al, 2015) que demuestran que el sonido alto y agudo afecta a la amígdala, que es la parte del cerebroque juega un papel importante en el procesamiento de todas las emociones, entre ellas, el miedo. Lo que pasa es que los gritos fomentan que la amígdala active el miedo. Y el miedo es una emoción muy desagradable que normalmente se disfraza o de tristeza o de rabia. Por eso unos padres terminan casi deprimidos en esta etapa si sus hijos deciden ser gritones, y otros terminan castigando incluso físicamente a sus hijos, por lo que después se sienten profundamente culpables. Y no te cuento cuando padre o madre son personas con alta sensibilidad a los estímulos por diversas causas (PAS, migrañas…)

En definitiva: un horror. Así es que urge hacer que esta etapa pase lo más rápidamente posible, sin forzar, claro.

¿Qué consejo les doy a mis vecinos? Pues de entrada que esas ganas de tirarse por la ventana (o tirar al niño) son normales, como ya hemos descubierto. Pero hay que acabar con eso.

Si el niño o niña consigue lo que quiere a base de gritos, su cerebro aprenderá que esa es la forma correcta de pedir algo, por lo que seguirá haciéndolo.

Si le decimos a gritos que deje de gritar, pues también aprenderá por imitación que gritando se piden las cosas.

No cedas a la tentación de insultarle, castigarle o extornionarle a base de chantaje emocional. Sencillamente no le hagas caso hasta que no deje de gritar.

Es importante porque, como digo, es una etapa pasajera pero de aprendizaje. Si aprende que con gritos o violencia consigue las cosas…estáis perdidos. Así es que si me estás leyendo o viendo, vecinos de esa criatura que no para de gritar, hacerme caso, por favor. Educar a esa criatura.

#ungestocambiatuvida  

Referencias:

Arnal et al., 2015, Current Biology 25, 2051–2056 August 3, 2015 ª2015 Elsevier Ltd All rights reserved http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2015.06.043

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