El otro día me preguntaba un chico en terapia por qué tenía esa tendencia a fijarse en chicas que no conocía, más que en sus amigas, en su novieta… Él no quería hacerlo y se sentía mal solo por tener esa tendencia a fijarse más en la novedad.
Bueno, ese chico no tiene por qué sentirse mal, ya que el cerebro tiene esa tendencia de forma natural: se fija más en los estímulos nuevos. Eso no significa necesariamente que esos estímulos te gusten más que lo que conoces, pero al ser nuevo, se esfuerza en prestarle más atención y eso, algunos, lo pueden confundir con preferencia. Al cerebro le gusta el misterio, por eso las personas que no conocemos, nos atraen.
Pero fijaos que también funciona el efecto contrario, lo que se llama “efecto de mera exposición”. Nos atrae más las personas a las que vemos con cierta regularidad. La exposición repetida a un estímulo produce una actitud positiva hacia el mismo. Es lo que pasa con la “canción del verano”, por ejemplo.
Pero todo tiene su medida, porque al final normalmente terminamos aborreciendo la canción del verano y a nuestra pareja a base de años y años. Y es que ya se sabe que “la confianza da asco” y al final terminamos conociendo tanto las virtudes como los defectos del otro. Y en cuanto surge el conocimiento del defecto, puede cambiar nuestra opinión global.
Hablando de la afinidad con personas conocidas, se ha probado que nos atraen más las personas que identificamos como más afines a nosotros, que se parecen en algo.
Así es que eso de los “polos opuestos se atraen” puede funcionar al principio, pero no dura mucho.
#ungestocambiatuvida