“TENGO TODO PERO NO SOY FELIZ”

Cada vez me encuentro a más pacientes que vienen con crisis de ansiedad por problemas más o menos objetivos que dicen esta frase.

Y yo creo que es porque, como vulgarmente se dice, se comen el coco demasiado. Literal.

Son personas que analizan continuamente sus propios sentimientos y emociones, las suyas y las de los demás. Y no solo de las emociones desagradables sino también de las agradables, que es peor porque el analizar la alegría o la ternura, hace que la sensación agradable disminuya automáticamente e incluso se vuelvan desagradables.

Entonces, lo que hacen es poner en marcha conductas para disminuir la sensación

desagradable : tomar pastillas, lavarse la cara o las manos, revisar el gas o la puerta… cosas que producen sensación de seguridad. Todo esto puede degenerar en trastornos más graves como el TOC.

Claro, lo que quieren es que las emociones agradables duren más, y en el propio intento es donde lo fastidian todo porque lo que consiguen es lo contrario. Entonces empiezan las rumiaciones: porqué no me siento bien, debería estar contento pero no puedo, ya estoy otra vez nerviosa…Tienden a dramatizar estas emociones de manera que llegan a tener verdaderas crisis de ansiedad.

Insisto en que la causa de su malestar no es externa sino la forma obsesiva que tienen de testear sus emociones continuamente. Esto les lleva a estar permanentemente insatisfechos con la vida, claro porque como digo convierten las emociones agradables en desagradables. Dicen cosas como: no me siento lo feliz que debería sentirme después de haber conseguido esto o aquello.

Y se convierte en una costumbre , por lo que estas personas siempre tienen expectativas negativas respecto a lo bien que se van a sentir haciendo algo. Por ejemplo: me he ido de vacaciones a ese sitio que tanto tiempo he esperado, pero no me he sentido lo bien que esperaba.

La buena noticia es que se puede superar. Yo tengo una técnica magnífica. Se trata de “externalizar” el problema mediante técnicas diversas. Una de ellas es Moodeler. El paciente puede testear sus emociones tres veces al día solamente, ha de registrarlas sea cual sea la emoción que sienta. Y solo en esos tres momentos del día. Así entrenamos el cerebro para ponerle nombre a las emociones pero de forma ordenada.

Además hay que trabajar el origen de ese hábito mental, que desde mi punto de vista está en una infancia des confirmada con algún progenitor o muy exigente o muy negligente que le ha hecho sentir mal o incluso inexistente.

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