OJO CON EL SÍNDROME DEL PATO

¿Recordáis el texto viral de Tiger Sun “el síndrome del pato en la sociedad de la miseria”? En él, un estudiante ponía en evidencia lo que pasaba en Stanford, donde los estudiantes tenían tanta necesidad de hacer y hacer que aunque estuvieran enfermos seguían y seguían estudiando sin descanso. Se llama así porque el pato, por fuera parece descansado y plácido, pero dentro del agua sus patitas se mueven sin descanso.

Eso parece que nos está pasando en este confinamiento. No paramos de hacer cosas, de limpiar, de ver tutoriales de esto o aquello, de conectarnos a directos donde variados personajes nos cuentan cosas como clases de yoga, cuentos infantiles o la aplicación del fen shui en casa para alejar el coronavirus. Nos ha dado el punto de ser superproductivos porque así nuestro cerebro siente que tiene el control de la situación y nos aleja del miedo que en el fondo sentimos ante tanta incertidumbre.

Vivimos en una cultura donde a la actividad se le da un valor excepcional. Hemos perdido la capacidad de disfrutar de no hacer nada más que pensar. En otras pildorillas hablo de lo necesario que es tener tiempo para pensar (https://youtu.be/ouifQSR5v5g). El cerebro necesita procesar la información, los estímulos y las emociones asociadas a ellos. Lo hace durante el sueño, como digo en otra pildorilla (https://youtu.be/YWdJG3SDW2I), pero claro, allí va a su bola, necesitamos tener tiempo para dedicar a pensar y solo a pensar. Y más justo en estos días que muchos de nosotros debemos planificar contingencias de todo tipo previendo que si el confinamiento se alarga, aunque sea de forma intermitente, nuestra vida va a cambiar sustancialmente.

Como dice la escritora Van Zuylen,  «La mejor manera de encontrar una solución correcta es tomándose un descanso»

No se trata de parar para volver a ser igual de productivos, frescos y listos para quemarse de nuevo en el sistema, como en esos programas detox empresariales. Estaremos aislados en casa en plena pandemia global, pero no lo estamos digitalmente. Allí seguimos plenamente disponibles. Entonces en realidad nada ha cambiado.

Por tanto, para que las cosas sí cambien a mejor, yo tengo dos consejos:

1.- Pensar, ya lo he dicho: medita sobre cómo vas a dirigir tu vida a partir de ahora y traza un plan o miles, pero desde tu interior, aléjate de lo que otros opinan sobre lo que hay o no hay que hacer.

2.- Comunícate, pero de verdad. En las redes decimos muchas chorradas, estamos como a la defensiva unos con otros, Creo que lo importante es escuchar al otro desde la empatía, no desde la defensiva.

#ungestocambiatuvida

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