ESTRÉS POSTRAUMÁTICO EN LAS PROFESIONALES DE LA SANIDAD. POCA BROMA

Leo en la prensa que una investigación de la Universidad Complutense  (Sanicovid19: impacto emocional frente al trabajo por la pandemia del covid19 en personal sanitario), pone de manifiesto que más de la mitad de los sanitarios tienen síntomas de estrés postraumático, casi un 80% tiene ansiedad, el 20% de los cuales muy severa, la mitad también tienen síntomas depresivos.

O sea, tenemos a médicos, enfermeros, celadores, etc, emocionalmente agotados.

Esto en principio se achaca sobre todo a la carga de trabajo y la angustia por el miedo a contagiarse y contagiar, pero yo voy un poco más allá, porque si analizamos los síntomas de estrés postraumático, nos damos cuenta de que es algo más que una ansiedad que puede parecer que desaparecerá cuando esto acabe. Y es que el EP lleva consigo los siguientes síntomas (según DSMV):

  1. Recuerdos angustiosos recurrentes,
  2. Sueños angustiosos recurrentes
  3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s).
  4. Malestar psicológico intenso
  5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).

Como se ve, todo está relacionado con sucesos, con imágenes recurrentes. Y eso, queridos amigos, no es fácil de superar. El cerebro se resiste a olvidar.

Además, también pueden ocurrir una o varias de estas cosas:

  1. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo (p. ej., “Estoy mal,” “No puedo confiar en nadie,” “El mundo es muy peligroso,” “Tengo los nervios destrozados”).
  2. Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso(s) traumático(s) que hace que el individuo se acuse a sí mismo o a los demás.
  3. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza).
  4. Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.
  5. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
  6. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).

Y es que cuando el sistema límbico se nos desboca, es muy difícil devolverlo a la normalidad porque es como si estuviese en “alerta máxima” todo el tiempo. Lo que seguramente les lleve a estas conductas:

  1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) que se expresan típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.
  2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.
  3. Hipervigilancia.
  4. Respuesta de sobresalto exagerada.
  5. Problemas de concentración.
  6. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto).

Yo creo de verdad, tal y como alerta el informe referenciado, que merece la pena que nuestro sistema de salud preste atención a esto y dote a sus servicios de especialistas suficientes y adecuados que den soporte a los sanitarios para que nuestro sistema siga funcionando.

Además, qué narices, se merecen el mejor trato, tal y como ellos nos lo dan a nosotros día a día. Por eso han acabado así.

#ungestocambiatuvida

estherclaver.com

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