LIBERTAD ADOLESCENTE

(Si no te apetece leer, mira el vídeo)

Ayer mi hijo, que tiene 17 años, me preguntó si le dejaría ir a Zaragoza a grabar unas canciones con un grupito de raperos amigos suyos. Él les está haciendo todos los vídeos que cuelgan en las redes y tal. Me lo preguntaba tímidamente porque en época de desescalada tras el confinamiento, también me lo preguntó y radicalmente le dije que no, acusándole de irresponsable, ya que “no tocaba”. Esta vez no fui tan contundente pero sí que le mostré mi miedo a que se encuentre en alguna situación donde pueda contagiarse y por tanto contagiarme a mí, a la abuela, etc. Le hice, creo que voluntariamente, sentirse culpable para que se echase atrás. A los 5 minutos reflexioné, fui a su habitación y le dije que confiaba plenamente en él y en su responsabilidad, que mi miedo era mío y que por supuesto le apoyaba en su proyecto.  

El filósofo Gregorio Luri dice “somos libres solo si conocemos cuál es nuestro deber”. Y creo que tenía mucha razón.

Muchos jóvenes que tienen elevadas normas y limitaciones de horarios y demás en casa, son los que menos responsabilidad muestran cuando no están bajo la mirada de sus progenitores. Y creo que es porque sienten que ese tiempo de “permiso” es como que pueden hacer lo que quieran sin límites. Es como lo de saltarse los límites de velocidad en zonas donde sabes que no hay radar. Nunca he entendido esa frase de “si no te van a multar, puedes”.

Hay investigaciones que dicen que en los hogares donde más se restringe el uso de las pantallas, es donde más uso abusivo se hace de ellas, más problemas de adicción. Curioso, ¿no?

¿Qué está pasando? ¿es que la adolescencia vuelve a tu hijo o hija un rebelde sin dos dedos de frente? Bueno, algo de razón hay, ya que en esa etapa evolutiva, la corteza prefrontal se desarrolla a un ritmo más lento que el sistema límbico, lo que implica que tengas emociones a las que te cuesta ponerles nombre, lo que facilita que el miedo se confunda con rabia o tristeza.

Pero es que no se puede lanzar a altamar un barco inacabado, ¿verdad? Por eso son necesarios ciertos límites que tienen que venir definidos por la confianza que se gana  a base de experiencias, a base de desarrollo evolutivo y a base de autoconocimiento y autoconfianza. Nunca en base a lo que a mí me da miedo como padre o madre.

A veces es mejor comernos las uñas y estar allí muy nerviosos y preocupados esperando que no hagan algo que les haga sufrir, porque si sufren ellos, sufrimos nosotros.

Eso sí, no hay recetas, en cada familia es diferente, así es que hay tantas fórmulas y soluciones como familias.

#ungestocambiatuvida  

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