Veo muchas personas como desesperadas por encontrar pareja. Se ven con treinta y pico y sin ese proyecto vital que, según sus expectativas, es esencial en su vida.
Esa expectativa en sí misma ya es un sesgo cognitivo importante, ya que hay muchas formas de concebir la vida. Una de ellas es la de estar en pareja, pero no la única.
Pero de eso hablaré otro día. Ahora hablemos de por qué puede ser que ese afán por tener pareja sea lo que precisamente te esté impidiendo encontrarla.
Cuando quieres algo con todas tus fuerzas y no pasa, te desesperas. Y si te desesperas, empiezas a dudar de ti, de tu capacidad de gustar. El cerebro tiene la manía de buscar evidencias a esa sospecha que tú tienes. Y lo malo es que las encuentra. Cada gesto de la otra persona es interpretado como rechazo, lo que empeora tu autoestima. Y con una autoestima bajita, tus actos son fallidos porque quieres mostrarte diferente a lo que tú crees que no le gusta a la otra parte. Y eso se nota, por lo que el rechazo al final, es real.
¿Por qué pasa? Porque al final, tarde o temprano se te ve el plumero. En otras pildorillas hablo de la importancia de ser auténtico y de dejar el postureo si de verdad quieres relaciones nutrientes.
En ese estado desesperado, pierdes el norte, no sabes muy bien ni quién eres ni qué quieres. Entonces eliges al tuntún y claro, te equivocas.
Para dejar esa desesperación has de dejar de pensar que la culpa de no tener pareja es tuya. Porque no lo es. Tú tienes tus fortalezas, como todo el mundo. Es que si no, empiezas las relaciones pensando que van a acabar y claro, pasa lo de la “profecía autocumplida” o aquello de “va tanto el cántaro a la fuente”…
Quizá merecería la pena que trabajases un poco ese autoconcepto, tus creencias, lo que realmente quieres de la vida y eso, antes de lanzarte a la desesperada a buscar pareja.
#ungestocambiatuvida