En el mundo empresarial y organizacional, desde ya hace mucho tiempo, se detectó la necesidad de realizar Planes Estratégicos con el fin de implementar procesos para detectar las mejoras necesarias, ponerlas en marcha y evaluarlas para seguir mejorando día a día.
Yo tengo un máster en Consultoría y Procesos de Desarrollo Organizativo por la Universidad de Valladolid que cursé, junto a otros compañeros del antes llamado Tercer Sector (Organizaciones no gubernamentales). La idea era aplicar esas estrategias de mejora continua al mundo de las Asociaciones, en este caso de entidades dedicadas a la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y sus familias (antes FEAPS, ahora Plena Inclusión). Tuve el gran honor y placer de pertenecer al Equipo de Consultores de dicha organización que, hoy en día es un servicio que se ofrece a las entidades miembro con el fin de ayudarles a implementar buenas prácticas.
Demostramos que una organización sin ánimo de lucro puede (y debe) funcionar con procesos de mejora continua con el fin de mejorar su producto: bienestar y calidad de vida. Os recomiendo que busquéis a Javier Tamarit y leáis sus artículos si os interesa este tema.
Bien, pues creo (y así lo constato en mi práctica clínica), que en el día a día de una consulta clínica, estas herramientas también son muy válidas y aplicables, ya que en el fondo, ayudan a conseguir un objetivo, sea cual sea. Es más, ayudan a definir objetivos en base a las debilidades y amenazas detectadas, utilizando las fortalezas y oportunidades propias. Esto último es lo importante. Opino que las personas tienen en sí mismas los recursos necesarios para solventar sus dificultades. Bueno, no lo pienso yo sola, detrás hay todo un marco empírico que me avala.
Una de las herramientas que más uso es el llamado DAFO.
Sigo estos pasos:
1.- Definición del problema que nos preocupa. Por ejemplo: “nuestro hijo adolescente abusa de las pantallas y tememos una adicción. Queremos evitarlo”
2.- Lluvia de ideas con DAFO:
Debilidades. Se trata de decir todas las cosas que nos impiden conseguir nuestro objetivo y que pertenecen a nuestra familia y sus miembros de forma interna. Por ejemplo: “no podemos vigilarle por falta de tiempo” “no tiene amigos tras la pandemia” “no le gustan otras cosas” “no sabemos decirle las cosas”
Amenazas. Son aquéllos aspectos que vienen de fuera de la familia y que impiden que logremos nuestro objetivo. Por ejemplo: “todos lo hacen” “ahora nos e puede salir” “gimnasios cerrados” “facilidad de acceso”
Fortalezas. Habilidades y destrezas familiares y de los miembros (internas) que nos van a ayudar a conseguir nuestro objetivo. Por ejemplo: “estamos muy unidos” “tiene un buen ejemplo” “saca buenas notas de momento”, recursos económicos…
Oportunidades. Aspectos den entorno que nos van a facilitar llegar a nuestro objetivo. Por ejemplo: profesionales especializados, la vacuna COVID, oportunidades de hacer otras cosas en el barrio…
3.- Una vez hemos hecho lo anterior, definimos objetivos concretos de forma que las fortalezas y oportunidades nos ayuden a superar las debilidades y amenazas. Por ejemplo: conseguir amigos buscando alguna actividad deportiva, aprender a comunicarnos mejor a través de un profesional especializado, pactar un horario atendiendo a sus necesidades de estudio…
4.- Traducir esos objetivos en actividades con principio y fin, es decir, que sean evaluables. Siguiendo con el ejemplo: intentará al menos dos actividades deportivas de aquí a final de curso, buscaremos esta semana un profesional y le pediremos cita, haremos este fin de semana un horario que incluya estudio, tareas de casa, actividad deportiva y ocio libre…
5.- Evaluar lo que se ha hecho y volver a planificar siguientes actividades.
Aquí te dejo otro ejemplo para terapia de pareja:
#ungestocambiatuvida