¿POR QUÉ NECESITA SER “POPULAR”?

¿Por qué esa necesidad enfermiza de aprobación y de ser populares en nuestros coles e institutos? Eso me preguntaba el otro día un apreciado exalumno: Pau Ruiz.

Decidimos abordar el tema en equipo y hacer un «entre h olas» con Patricia Tisner y Pau sobre el tema:

Sobre el origen de esa necesidad de popularidad, te cuento cosas:

1.- La necesidad de diferenciarse de los demás

¿Os habéis leído “El Señor de las moscas” de Golding? trata sobre la aventura de unos estudiantes británicos cuyo avión se estrella en una isla desierta. Se ven obligados a sobrevivir solos en la isla sin adultos. El autor le da a cada personaje un aspecto de la naturaleza humana: el orden, la razón, la bondad, la crueldad… El caso es que al final se dividen en dos bandos y solo uno puede sobrevivir. Representa el fin de la inocencia infantil y el nacimiento de la civilización.

Se han hecho experimentos con adolescentes donde se muestra que el más mínimo atisbo de clasificación de los sujetos, hace que se creen bandos y éstos se enemisten. Algo como lo que pasa con los equipos de futbol.

Pero no necesariamente ha de haber un criterio previo de clasificación, es decir, no hace falta que unos seamos previamente del Barcelona y otros del Madrid. En grupos heterogéneos, sigue pasando. Se diferencian en grupos que si no tienen diferencias previas entre ellos, las crean de forma artificial. Es lo que sucede en los grupos de clase en los institutos. Empiezan casi sin conocerse y poco a poco se van creando grupos.

Y esto parece que sucede porque el ser humano, en esa etapa vital, la adolescencia, tiene una necesidad imperiosa de diferenciarse de los demás.

2.- La necesidad de identificarse con los demás

Pero a la vez,  nuestra identidad se crea en función de los demás, de la aceptación que te muestren, de que te vean como un igual. Es lógico por tanto, pensar que cuantos más acólitos tengas, más popular seas y por tanto mejor te sientas.

Es curioso también cómo se crean como “modelos” de liderazgo a través de los años. Yo diría que de los siglos, y si no que se lo digan a los descendientes de Alejandro Magno, casi todos llamados Ptolomeo, que imitaron uno tras otro su forma de vestir, de hablar, etc. Incluso Napoleón se dice que lo hizo (Vallejo, 2020).

Aunque claro, Alejandro Magno ha sido modelo para Reyes y emperadores, o sea, personas que se han sentido parecidos, sus iguales de alguna forma. A un líder democrático jamás se le ocurriría querer parecerse a Napoleón, ¿no?

Quiero decir, que queremos seguir modelos de la gente que se parece de alguna forma a nosotros. Fijaos que se hizo un experimento donde se les mostraba a diferentes mujeres fotografías de mujeres muy guapas. Luego se les pasaba un test de autoestima en el que puntuaron más bajo que a otro grupo al que se le pasaron las mismas fotos pero con etiquetas debajo de marcas famosas. Parece que el segundo grupo no se vio afectado en su autoestima   porque consideraron que eran modelos.

Conclusión: la necesidad de popularidad viene marcada tanto por la necesidad de diferenciación como por la necesidad de identidad.

Entonces, ¿Qué hacemos?

Pues yo creo que la respuesta está en crear grupos heterogéneos y cambiantes y por otro lado, estables de alguna forma. Mar Romera lo explica muy bien. Ella dice que está bien tener tu grupo/clase de referencia durante años, pero siempre que dentro de ese grupo se creen diferentes subgrupos cuya función y estructura vaya cambiando a lo largo del curso. Por ejemplo, el grupo de las noticias del exterior, el grupo de la asamblea, el grupo de los eventos… y las responsabilidades dentro del grupo cambiarán conforme cambies de compañeros del grupo. Así, si cunado has estado en el grupo de noticias hiciste de redactor porque se te da bien escribir, cuando estés en el de asamblea, quizá haya otro al que se le dé mejor tomar notas deprisa y tu te tengas que dedicar a darles forma después.

¿Evitaremos así los subgrupos y la necesidad de popularidad? pues todo parece indicar que no, porque así es la naturaleza humana y si no lo hacen dentro de clase lo harán en el recreo.

Pero de eso, de los recreos, os hablaré en otra pildorilla.

#ungestocambiatuvida    

Ref.: Vallejo, I. (2020). El infinito en un junco. Kindle.

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