Algo que se dicen mucho las parejas es aquello de “si te lo tengo que pedir, ya no tiene gracia” o directamente “si te lo tengo que pedir, ya no lo quiero”.
Error.
Si se lo tienes que pedir… pídeselo, no te cortes.
¿Por qué? pues porque el otro o la otra no tiene el don de la adivinación. Vale que le pidas que esté pendiente de lo que necesitas, que te pregunte, que te haga caso cuando le pides… pero de ahí a que adivine tus deseos, necesidades y sueños…
No te digo que de vez en cuando pueda pasar, y más a fuerza de convivencia y tiempo.
Pero te aseguro que tener que estar adivinando qué pasa por tu linda cabecita es agotador. Tampoco tienes que bombardearme a peticiones, porque eso también cansa.
Y es que en el término medio, como casi siempre, está la virtud.
Acostumbraos a pediros las cosas, a sugerir cambios, a decir cómo os sentís y a preguntar cómo se siente la otra parte.
Sin esperar nada a cambio. Porque el que espera, ya sabes: desespera.
#ungestocambiatuvida
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