El otro día me pasó algo curioso. Me dirigía a la Facultad a dar mis clases y de repente en la calle una señora se desplomó en la acera. Durante al menos un minuto, decenas de personas que estábamos a su alrededor, permanecimos inmóviles, solo observándola.
Tras eso enseguida una persona que estaba a su lado actuó, se acercó, yo llamé al 112… bueno, atención recibió, pero ¿qué es lo que pasó es ese minuto de parálisis generalizada?
Se llama “efecto espectador” y, para que nos entendamos, responde a eso de “el uno por el otro, la casa sin barrer”.
Lo que pasa es que cuando estamos rodeados de personas, la responsabilidad es como que se reparte. Como evidentemente no hay un plan prefijado, adoptamos el rol secundario, unos por unas causas y otros por otras. Por ejemplo, el que tiene prisa, piensa “bueno, hay mucha gente, que el que no tenga prisa, que se encargue”.
También entran en juego otros factores, como la confianza en uno mismo. Si eres médico, no te lo piensas, actúas de forma inmediata.
Otro factor que influye es esa inmediata y automática reacción del cerebro ante cualquier dilema: pros y contras. Si no te merece la pena implicarte, quizás no lo hagas.
En el caso que os cuento, la cosa salió bien, pero hay lamentables situaciones en las que alguien necesita ayuda y nadie le hace ni caso, pasa por su lado como si no lo viera. Esto pasa y lo sabéis. Y es por este efecto espectador.
Ahí lo dejo para la reflexión.
#ungestocambiatuvida