Adapto las pautas que se recogen en tdahytu.es.
El alumnado con TDAH tiene sus peculiaridades y en el contexto de un aula de 25 o de 30 alumnos crea problemas. Es complicado atenderlo, manejar su conducta y manejar sus dificultades principales. Pero en el caso de la docencia on line a la que nos ha condenado esta etapa de nuestras vidas (crisis COVID 19). ¿Qué hacer?
En el caso del TDAH, los niños presentan dos síntomas diana: por un lado las dificultades para mantener la atención, centrarse en los detalles y abstraerse de todo lo que ocurre en el aula… que es mucho y más atrayente que las explicaciones o las tareas que están en la pizarra. Esto, llevado al on line se multiplica por 4, ya que seguir las tareas que se prescriben, cumplir plazos y demás, conlleva un esfuerzo de autodisciplina y planificación que el cerebro TDAH no tiene o tienen muy inmaduro (las funciones ejecutivas están inmaduras).
Por otro lado, en los casos en los que así sea, su comportamiento hiperactivo e impulsivo: su dificultad de autocontrol, su exceso de energía que no se puede reprimir, en largas jornadas donde la conducta adecuada es permanecer sentado quieto y en silencio. Si en las clases presenciales les es difícil, imaginar en su cuarto a solas, con poca o nula supervisión.
Pero a su vez, esos dos síntomas provocan un tercer síntoma definitivo: que sus dificultades le impiden o alteran significativamente la capacidad para funcionar adecuadamente o con la calidad esperada, en su rendimiento escolar o en su relación con los demás.
Pero a pesar de las características que estos niños presentan y de las dificultades para atenderlos adecuadamente en el aula (y más aún en el aula virtual), hay pautas para atender a un alumno con TDAH, que todos los profesores de Educación Primaria y Secundaria pueden llevar a cabo.
Entender a tu alumno
Los profesores, como profesionales que son, deben tener un conocimiento relativamente profundo sobre este trastorno tan extendido en la escuela.
Cuando se conoce el TDAH, se entiende por qué parte del comportamiento que presenta este alumnado no es “mala educación” o “falta de normas”, aunque en algunos casos eso también está añadido. Sino que se trata de un trastorno neurobiológico que explica gran parte de la forma de actuar de estos niños.
“El secretario de agenda”
La misión del alumno ayudante es recordarle algunas pautas habituales de clase, como anotar los deberes para el día siguiente, tocarle el hombro cuando no esté trabajando o no esté atendiendo para centrarlo; no molestarlo mientras se trabaja en clase y animarlo a trabajar. También le puede ayudar en alguna tarea que no sepa realizar. Esto, que es tan sencillo en el aula presencial, también es posible en la virtual: pon a trabajar a tus alumnos por parejas para que se supervisen entre ellos.
Segmentar las tareas
Es posible que un niño con estas características no sea capaz de afrontar 7 u 8 ejercicios seguidos. Pero si le pides que realice solo dos tareas del total, y que una vez realizadas te las mande para supervisarlas, posiblemente sí pueda abordarlas.
Cuando te las mande, solo comprobarás que las ha realizado, no tanto si están bien o mal, salvo que sean errores muy evidentes. Cuando compruebes esas dos tareas, le animas a seguir con otras dos y que al terminarlas vuelva a enseñártelas (o mandártelas).
Un cuaderno para todo
En Educación Primaria y por supuesto, en Educación Secundaria, se ha generalizado el uso de un cuaderno para cada asignatura. Para los niños que padecen TDAH, disponer de varios cuadernos suele ser una situación complicada de manejar y que provoca desorganización.
En estos casos la medida del cuaderno único es muy sencilla pero efectiva con el alumnado con TDAH. Consiste en reducir los cuadernos de todas las asignaturas a solo uno. En ese único cuaderno realizará todas las tareas. Tan solo tiene que indicar la fecha y el nombre de cada una de las asignaturas que realiza.
Más adelante, cuando tenga un dominio del cuaderno y adquiera otras habilidades de organización, se irán añadiendo cuadernos, pero de una manera progresiva.
Suprimir enunciados
En muchos casos, las actividades de los libros contienen una gran cantidad de texto, en ocasiones, desproporcionada con la respuesta que se demanda. Para el alumnado con TDAH, que en la mayoría de los casos son especialmente lentos para escribir, es un plus de trabajo y de tiempo, poco productivo, que lo que hace es prolongar el tiempo dedicado a los deberes.
Habrás comprobado que no es eficaz como entrenamiento para mejorar la letra o la escritura, al contrario, el hecho de copiar grandes cantidades de texto, termina empeorando la presentación.
Es recomendable enseñarles cómo deben indicar correctamente las actividades: número de página y número del ejercicio.
Racionalizar la cantidad de deberes
El alumnado con TDAH de Primaria suele dedicar un número desproporcionado de tiempo a los estudios en casa, en detrimento de la necesidad de disfrutar de tiempo libre. Una de las razones es el número elevado de deberes que llevan cada tarde para casa. Al día siguiente los deberes vienen hechos, pero muchas veces no se conoce el coste que eso ha tenido: en tiempo, es enfados, conflictos…
Cuatro actividades pueden parecer pocas, pero cuatro actividades por cuatro o cinco asignaturas eleva el número de tareas. Si os coordináis y os ponéis un tope de tareas por profesor, descargaréis al alumnado.
Y flexibilizar todo lo posible el calendario de entrega.
Adaptar los exámenes
Para bien o para mal, los exámenes escritos son el principal instrumento de evaluación. La realización de exámenes escritos suele ser igualmente un punto débil de los alumnos con TDAH. Estos son algunos ejemplos de adaptación:
- Aumentar el tamaño de la letra y el espacio para responder, aunque suponga aumentar el número de hojas.
- Presentar un ejemplo de resolución de la tarea que se demanda en cada actividad.
- Simplificar el lenguaje empleado en los enunciados.
- Presentar al alumno las hojas secuenciadas: en lugar de entregarle las dos o tres hojas de un examen, entregarle solo la primera, cuando termine, la segunda y así sucesivamente.
- Secuenciarle las preguntas de examen: pedirle que responda solo a la primera o a las dos primeras; dejar que nos la enseñe; animarle a continuar con la tercera y cuarta… y así con las demás.
- Si un enunciado incluye dos o más acciones, por ejemplo: enumera, subraya y clasifica, presentarle las acciones como enunciados independientes:
- Enumera…
- Subraya…
- Clasifica…
- Rodearle o remarcarle algunas palabras clave de los enunciados de las preguntas: “responde”, “dibuja”…
- Utilizar en algunos ejercicios formatos de respuesta breve: tipo test, verdadero-falso…
- Dejar la posibilidad de realizar una evaluación oral de todos los contenidos o parte de ellos.
- Utilizar otros instrumentos de evaluación debidamente ponderados: trabajo en clase, cuadernos, etc.
- Si se hacen exámenes en línea, dejar más tiempo al alumnado con TDAH.
Además, la mayoría de los niños con TDAH ha estudiado para los exámenes y sabe más de lo que finalmente plasma en un examen escrito. Puedes reducir el número de preguntas de los controles, pero incluir siempre una primera pregunta… o pregunta final que puedes titular “qué has aprendido sobre el tema”; “qué otras cosas sabes sobre el tema”.
Refuerzo positivo
Los alumnos con TDAH suelen ser disruptivos: estresan al profesor y a los alumnos, interrumpen… especialmente si presentan hiperactividad. Si predomina el déficit de atención, suelen estar pendientes de otra cosa. La gran tentación es estar constantemente llamándoles la atención y recriminándoles, con las mejores palabras, cuando su comportamiento es inadecuado. La estrategia se hace con buena intención, pero al finalizar el día, un alumno con TDAH recibe, proporcionalmente muchos menos refuerzos positivos que negativos, a pesar de necesitarlos más.
Eso también pasa en las clases on line.
Sin embargo, aunque parezca paradójico, debes intentar cambiar la estrategia y utilizar refuerzos positivos. Como refuerzos positivos puedes utilizar el prestarle atención cuando está atento o comportándose bien, nombrarlo, elogiarlo, felicitarlo, reconocerle su conducta adecuada, escribir anotaciones positivas en el cuaderno, mandarle mensajes de ánimo a seguir avanzando en las tareas on line…
Los refuerzos positivos suelen aumentar la probabilidad de que una conducta se repita: si insistimos más sobre esto, aumentamos la probabilidad de que su comportamiento sea más adecuado.