Si no te apetece leer, mira el vídeo al final.
¿Te cuesta cumplir hasta el final con tus planes? ¿Dejas tus proyectos a medias? En definitiva, ¿te consideras una persona inconstante? ¿Abandonas con facilidad aquellas cosas que te cuestan esfuerzo?
A mi alumnado del grado de maestro de educación infantil en mi maravillosa Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación de Huesca, dentro de la asignatura Psicología y Salud Infantil, les pongo un vídeo de una investigación sobre la tolerancia a la frustración ( es este: https://youtu.be/KHR5vuU85Lc). Se trata de unos niños que han de elegir comerse una golosina en ese momento o esperar a que vuelva su profe y poder comerse la golosina y un extra. El experimento, que siguió a esos niños hasta su edad adulta, puso de manifiesto que los que supieron esperar para tener una recompensa mejor, tuvieron unas vidas más exitosas, en cuanto a familia, trabajo y satisfacción vital en general.
Y es que ser constante en el esfuerzo suele traer buenas consecuencias. Si sigues tu plan de alimentación equilibrada y deporte, te sientes mejor, si estudias todos los días sin excepciones, apruebas, si cuidas a tus clientes día a día, va bien el negocio…
¿Qué hace que no lo consigas? La tolerancia a la frustración.
Me explico con el ejemplo de la vida sana:
Hay personas que postergan sus decisiones a veces de forma indefinida, eso ya lo he tratado en otra pildorilla: https://estherclaver.com/2020/08/18/hablemos-de-tu-indecision/ .
Nunca es buena época para hacer deporte, porque hace frío o calor, porque no tengo tiempo, porque en soledad no me gusta, porque el gimnasio es caro… Saben que han de hacerlo pero no quieren enfrentarse a la frustración de comer menos, o levantarse temprano, o sudar…
Hay otras que hacen algo “mixto”: por ejemplo, son capaces de llevar una vida saludable un tiempo, y cuando están sanos, delgados y fuertes, de repente pasa algo en su entorno, y vuelven un tiempo a rutinas que les separan de su camino, para en un tiempo volver a recuperar el norte. Eso es a lo que yo llamo “darse permiso”. Te mereces un receso, has ganado “margen” para poder “despendolarte” y volver al redil en cuanto la cosa se pone fea.
Aquí no hay problema con la frustración, es solo que te gustan los “vicios” y te permites el lujo de volver a ellos, pero con control.
Y las hay que se pasan al “lado oscuro” y se ceban innecesariamente en flagelarse con “la obligación” una y otra vez. Siguiendo en el ejemplo de la vida sana, son los y las que bajo ningún concepto se saltan sus normas, los que cogen hoteles con gimnasio o no van, los que no van a restaurantes que no tengan el estilo de comida que ellos quieren, los fundamentalistas del buenrollismo…
Esto a veces tiene que ver con la tolerancia a la frustración (no soportarían fracasar), y a veces con la necesidad vital que tenemos los humanos de mostrar coherencia en nuestros actos: si me he gastado un pastizal en el nutricionista… pues he de ser un convencido de la vida sana
Pero esto de la coherencia, os lo cuento en otra pildorilla.
#ungestocambiatuvida