(Si no quieres leer, mira el vídeo al final)
¿Tú también eres de los que a veces puedes perdonar pero no olvidar?
¿No puedes dejar de sentir rencor aunque te lo propones todos lo días?
Una infidelidad de una pareja, una traición de un amigo, un puenteo de un compañero del trabajo… cosas que no siempre es fácil olvidar, que no puedes pasar página como todo el mundo te dice…
¿Por qué no puedes olvidar esa ofensa? ¿Por qué el rencor, a pesar de que te hace daño, no desaparece?
Pues las causas son varias:
Por un lado, si la otra persona no ha “purgado” sus culpas, esa sensación de injusticia te persigue. Le has perdonado, sí, pero no ves justo que no haya pagado con creces el daño que te hizo.
Por otra parte, el estar así es como que te protege de otros posibles daños. Te hace estar alerta. Te da la sensación de que así no te volverá a pasar.
Si encima, las consecuencias de lo que te hicieron perduran, pues es difícil olvidar, lógico.
Para resolverlo, en el caso de que la persona que te ha hecho daño esté a tu lado, es necesario que sepáis que pedir perdón no es suficiente. Hay que “compensar” de alguna forma el daño hecho. Y aquí no hay recetas. Cada agraviado tiene diferentes sensaciones al respecto. Por ejemplo, uno de mis casos donde él fue víctima de la infidelidad de ella, no se le pasó el rencor hasta después de dos años de lo ocurrido, cuando acudieron a mi terapia y les recomendé que redactara ella un mensaje para el “otro” donde le decía que, aunque hubiese sido infiel a su marido, que no creyera nunca que ella iba a abandonar a su marido, que no lo pensó ni en los momentos cuando estaba con él. Eso calmó la rabia del agraviado.
Y si no puedes hacer algo así, porque ya esa persona no está en tu entorno, te queda lo que se llama la “justicia poética”, que es esperar lo que decía mi abuela: que “a cada cerdo le llegue su San Martín”.
#ungestocambiatuvida