Tiene que ver sobre todo con cómo nos comunicamos.
1.- NADA DE CRITICAR. CÁMBIALO POR UNA QUEJA. Por ejemplo, en vez de decir: “ya vamos a llegar tarde por tu culpa”, decir “no me gusta llegar tarde a los sitios, ¿cómo podemos hacer para que eso no ocurra?”
2.- CÉNTRATE EN LAS FORTALEZAS. Tenemos la mala costumbre de decirnos siempre lo que no nos gusta. Empieza a hacer justo lo contrario. De cada 5 interacciones, 4 han de ser positivas. Empieza a contar.
3.- DEJA DE DEFENDERTE. Ante las críticas o exigencias de la otra parte, nos ponemos a la defensiva. Antes de responder, piensa en qué parte de razón hay. Por ejemplo: si te dicen “siempre llegamos tarde por tu culpa” en vez de decir “es que eres un agonías”, decir “sí, tienes razón, quizá no tengo en cuenta tus tiempos”
4.- TIEMPO MUERTO. Cuando empiece la pelea, si te sientes mal… actúa. Es mejor que digas que te vas a dar una vuelta para que se te quite el soponcio y después, eso sí, os sentéis a hablar de lo que os ha enfadado. CONSEJO EXTRA: ANTES DE SENTARSE, UN ABRAZO DE 20 SEGUNDOS. Eso va a generar la oxitocina que necesitáis.





