El otro día, leyendo un post de un amigo del Facebook (F Javier Rivas, gracias) donde adjuntaba un vídeo sobre caso de WeWork, me inspiré para hacer esta entrada.
Para el que no lo sepa, el caso WeWork fue sonado por tratarse de un ejemplo de una empresa que pasó de lo más alto a lo más bajo en poco tiempo. Y la causa de su caída fue, entre otras y en opinión de los analistas, uno de sus líderes: Adam Neumann. Nació en 1979 en Israel. Sus padres se divorciaron siendo el muy pequeño. Le diagnosticaron dislexia y su recorrido por la escuela fue bastante mediocre hasta que paso varios años en el ejército y luego accedió a la Universidad pero no acabó sus estudios. Mientras estudiaba, creó sin mucho éxito dos empresas. Luego conoció a su mujer y junto a otros socios crearon WeWork, empresa dedicada a alquilar oficinas, es decir, un coworking, lo que en realidad ya existía, pero ellos le dieron un toque ecológico a sus espacios y lograron crecer mucho en poco tiempo. No solo porque la idea era buena, sino a causa de las especiales habilidades de Neumann.
El tema es que Neumann tenía un carisma especial. Se dice que cerraba los tratos bebiendo chupitos, de marcha, a base de ganar pulsos… Todo un personaje. Sus inversores le compraban más a él que a sus ideas. Su ambición seducía de forma tan impactante, que hasta sus subordinados trabajaban más horas porque creían en sus proyectos. Proyectos que fueron diversificándose sin mucho éxito hasta que un fatídico septiembre de 2019, el Wall Street Journal publicó un reportaje donde se le veía de fiesta loca y abusando de drogas, justo tras dar un discurso donde anunciaba el cierre de algunas empresas y el despido de sus empleados.
A partir de allí, su propia empresa tuvo que desplazarle.
¿Qué le pasó a Neumann?
Voy a aventurar una hipótesis: creyó que sus habilidades sociales son las que siempre le llevarían al éxito. Y se equivocó. Lo mismo que sedujo a inversores de forma individual, ya que se interpretaba como autoconfianza, al hacerse público y reprobable, le convirtió en un ser deleznable.
No neguemos que sus habilidades sociales eran buenas. No así su Inteligencia Social. Quiero decir que saber comunicarte, tener empatía, simpatía, asertividad, escucha activa, e inteligencia emocional, no te hacen socialmente inteligente. Para serlo, habrás de aprender además a adaptar todas esas habilidades a diversas situaciones de forma rápida y efectiva.
Analicemos esto un poco más despacio. Dos aspectos son los fundamentales para ser Socialmente Inteligente:
1.- Expresión verbal fluida, coherente con la no verbal. Que tu tono y tus gestos sean coherentes con el contenido de lo que dices y con tu forma de ser. La autenticidad es esencial. De lo contrario, generas inquietud en el oyente. Esa autenticidad en “petit comité” es lo que a Neumann le daba el halo de autoconfianza que sus inversores admiraban. También lo ostentaba en sus charlas y conferencias, lo que le hizo ganarse la fama de persona altamente carismática.
2.- Adaptación a la idiosincrasia del grupo donde te mueves. Lo que se dice “hablar el mismo idioma”, conectar con sus expectativas. Esto requiere, necesariamente una especial capacidad de escucha, que incluya la conexión con el estado emocional del otro. Y los estados emocionales, cambian. Y cambian con los grupos. La misma persona en entornos diferentes, requerirá comportamientos diferentes por tu parte. Lo que a Neumann le pasó: se comportó públicamente tal y como se comportaba en la intimidad, así es que las mismas personas que de forma íntima le admiraban, se volvieron en su contra al hacerse evidentes ciertos comportamientos socialmente reproblables. Neumann se relajó. Pecó de exceso de confianza.
Eso es lo que no nos podemos permitir hoy en día. Con la pandemia, está cambiando nuestra forma de relacionarnos, la forma de trabajar, nuestras costumbres sociales… Demasiadas cosas como para pecar de exceso de confianza y pensar que todo volverá a ser como antes y que nuestras habilidades actuales volverán a llevarnos a las rutinas que conocemos.
Yo creo que aunque venga una vacuna, ya llevamos demasiado tiempo en el cambio, esto es irreversible. Lo que no significa que sea malo. Pero requiere adquirir habilidades concretas. Sobre todo, Inteligencia Social que nos lleve a saber adaptarnos con rapidez a los cambios que se suceden cada día desde hace mucho tiempo, pero más aceleradamente desde que la Covid se encuentra tan presente.
Las nuevas generaciones precisan más que nunca entrenamientos en este sentido. La cuestión, una vez más, es cómo encajar dichos entrenamientos en un sistema educativo trasnochado y absolutamente incapaz de encajar cambios de forma rápida.
De momento, nos tenemos que “buscar la vida”, así es que os dejo el enlace a un tutorial de mi elaboración por si a alguien le resulta útil: https://estherclaver.com/2020/07/18/eres-socialmente-inteligente/
#ungestocambiatuvida