Cuando hice mi tesis doctoral, me empapé de teorías sobre la personalidad humana. Yo entonces buscaba, entre otras cosas, rasgos de personalidad asociados a la conducta de consumo de drogas en adolescentes (si te apetece saber qué conclusiones saqué, pincha aquí: https://estherclaver.com/2019/09/15/factores-de-riesgo-en-el-consumo-de-drogas-en-adolescentes/)
Y es que es fascinante el juego que da esto de la Personalidad. Desde la adolescencia tenemos la necesidad imperiosa de saber quién somos, de forjar nuestra identidad (algo más sobre eso tienes aquí: https://estherclaver.com/2020/01/13/la-construccion-de-la-identidad-en-la-adolescencia/) Y abundan los estudios de todo tipo que buscan encontrar el porqué de determinadas conductas humanas a partir de la Teoría de la Personalidad.
Yo soy de las que piensa (con las neurociencias) que la conducta humana viene determinada por múltiples factores, internos (personalidad, emociones, locus de control, apego…) y externos (ambiente, experiencias, aprendizaje…). Esto no quita para que le dedique tiempo a bucear en cada factor por separado.
Este es el caso de un reciente estudio publicado en la revista Nature que me ha llamado la atención: “La topografía física está asociada con la personalidad humana” (Götz et al, 2020).
El estudio parte de un marco teórico concreto (que coincide con uno de los que yo incluí en mi tesis): la Teoría de la Personalidad de Cattell (1965). Cattell describió 16 rasgos de personalidad, entre los que se encuentran la amabilidad (tendencia altruista y capacidad empática), la responsabilidad (hacer lo correcto), extraversión (facilidad para las relaciones sociales), apertura (búsqueda de nuevas experiencias) y neuroticismo (inestabilidad emocional).
Según parece, las personas que viven en áreas montañosas, puntúan más bajo en todos los factores que antes menciono, salvo en apertura.
Los investigadores interpretan esto como una señal inequívoca de que vivir en las ciudades nos hace tener más confianza en el “forastero”, es más, ese concepto pierde su sentido. Vivir en zonas aisladas hace que tendamos a desconfiar de las personas que no conocemos.
Eso explicaría por qué el abuelito de Heidi era tan huraño con los extraños. Pero huraño por desconfiado, que no por locuelo, porque daría bajo en neuroticismo, lo que implica que no era inestable emocionalmente hablando. Por otra parte, puntuar alto en el factor apertura significaría que el abuelito fue capaz de integrar en su entorno a Heidi, Pedro, Clara, la Sta. Rottenmeier, Blanquita y Niebla. Bueno, a Niebla no, que ya estaba con él. Y es que en los medios rurales se confía más en los animales que en los humanos… pero eso os lo cuento en otra pildorilla.
#ungestocambiatuvida
Referencias:
Cattell, R. B. (1965). The scientific analysis of personality. Harmondsworth, Middlesex, Penguin Books.
Götz, F.M., Stieger, S., Gosling, S.D. et al. (2020)Physical topography is associated with human personality. Nat Hum Behav . https://doi.org/10.1038/s41562-020-0930-x