EDUCAR EN PENSAMIENTO CRÍTICO

Educar en pensamiento autónomo

Tal y como prometí en una pildorilla anterior  en la que hablaba de las personas manipuladoras, os voy a hablar someramente sobre  educación en valores y pensamiento crítico y autónomo. 

Está claro que necesitamos proveernos de herramientas, destrezas y habilidades para poder hacer frente al mundo infinito de información y contenido en el que nos vemos inmersos. Por supuesto, la Escuela ya no es (o más bien debería de dejar de serlo), ese sitio donde vamos a “instruirnos” porque los poseedores del “saber” están allí. Ahora todo lo que quieras saber sobre el mundo y su funcionamiento está al alcance de un click. El tema es saber cómo y dónde extraer el contenido fiable y contrastado, saber ordenarlo, priorizarlo, estratificarlo y utilizarlo para resolver los problemas y conflictos de nuestra vida. Es lo que se llaman “Competencias Digitales”. Tras un último trimestre del curso 19-20 en cuarentena, nuestros gobernantes no han tenido más remedio que aceptar la gran laguna al respecto que existe entre los docentes, sobre todo de enseñanzas no universitarias. Y han decidido regular la Competencia Digital Docente para que cada Comunidad Autónoma tome las medidas oportunas para que el profesorado se ponga las pilas de una vez por todas. Este es el BOE:  https://www.boe.es/boe/dias/2020/07/13/pdfs/BOE-A-2020-7775.pdf

Pero yo creo que la cosa del Pensamiento Crítico, la capacidad de reflexionar sobre los contenidos y de seleccionarlos, va mucho más allá que estas Competencias Digitales. ¿Cómo saber discernir entre la información pertinente y el “ruido”, entre la verdad y la mentira? ¿Cómo ser impermeable a la manipulación mediática? Más aún, ¿cómo saber lo que realmente responde a nuestros intereses, necesidades y aptitudes? Porque a veces la cuestión no es sólo saber si se nos miente o manipula, la cuestión es tener la capacidad de autoconocerte, de aceptarte, de marcarte retos realistas y tener las estrategias adecuadas para buscar recursos donde los haya al servicio de tus metas.

Voy a poner un ejemplo que clama al cielo. En la adolescencia el sistema educativo ya te pide que tomes decisiones importantes para tu futuro, has de elegir entre mates académicas o aplicadas (que en realidad los chicos y chicas las llamas las “difíciles” o las “fáciles”), has de pensar en si haces Bachiller o un Grado de Formación profesional. Y dentro de cada opción, otras mil posibilidades que decidirán cómo va a ser su futuro. Para empezar, hay decisiones que es demasiado pronto para tomar. El cerebro adolescente todavía no está formado del todo, aún quedan conexiones neuronales importantísimas para que el cerebro sea capaz de ver matices complejos. Además, los datos que se ofrecen para que los chavales y chavalas elijan entre X opciones son muy “lineales”, no tienen en cuenta en entramado relacional que cada decisión supone. Ni se tienen en cuenta las fortalezas reales que tienen los chicos y chicas. Sacar mejores o peores notas en según qué asignaturas no dice nada de tu potencial como futuro profesional. Que te gusten las mates no te va a hacer un buen profesor de mates, que te gusten los animales no te va a hace run buen veterinario… y el hecho de que tus padres sean médicos no debe ser decisivo para que elijas esa opción y no otra. No sé si me explico.

Lo que quiero decir es que antes de poder tomar decisiones, antes de decidir si un contenido es pertinente o no, si una información es fiable o no, si una persona tiene intenciones torticeras o no, hay que educar en el AUTOCONOCIMIENTO. Conocernos bien nos permitirá saber cuáles son nuestras destrezas principales, nuestro potencial, lo que nos gusta o disgusta en este momento de la vida, las personas que nos agradan y las que nos rechinan, qué tipo de emociones nos suscitan diferentes estímulos, cómo podemos gestionar esas emociones para que no nos traicionen y saber aceptarnos en cada momento de nuestro ciclo vital tal y como somos, sabiendo qué podemos mejorar y qué es mejor dejar para otra vida.

¿Cómo conseguirlo? Pues, por un lado, en las familias debería de dejarse de lado la puñetera manía de “etiquetarlo” todo. Los sistémicos hablamos de “mitos familiares” para dar explicación a eso que pasa en casi todas las familias que termina por poner etiquetas a sus miembros que les van a definir de por vida. Sacarse de encima el “San Benito” de “oveja negra” tiene bemoles, ¿a que sí?  Además, deberíamos crear ambientes donde se potencie y favorezca el pensamiento autónomo. Eso pasa sobre todo en la adolescencia, pero desde bien peques se puede empezar.  No se trata de que elijan siempre lo que quieran, sino de acompañarlos hacia decisiones correctas.

Y lo mismo en el sistema educativo. Erradicar las notas escolares debería ser ya una obligación, porque simplifica hasta extremos ridículos algo que debería ser mucho más complejo. El ser humano, el aprendizaje, el sentido crítico debe trascender al maldito “pensamiento único” (Sirvent, 2001; Cerrillo, 2003; Ossa, 2005; Azaústre, 2008; Melero, 2010; Merchán, 2012; Sevilla et al, 2017; Carrió, 2019; Díaz et al, 2020). No niego que se ha querido hacer bien, se han introducido las llamadas “competencias” para graduar los aprendizajes del alumnado, pero al final, al mezclar sistemas lo que ha pasado es que ahora en vez de una nota tienes ochocientas, y si no cumples un “estándar”, pues has de “recuperar”.  Al final, etiquetas y criterios memorísticos para mil competencias. Burocracia para el profesorado, lío monumental para las familias. Y más de lo mismo. Se necesita, como ya he dicho en varias pildorillas, un cambio de Paradigma radical.

#ungestocambiatuvida

Referencias

Azaústre, M. C. (2008). Aprender a mirar: «El internado», una propuesta para el pensamiento crítico. Comunicar16(31).

Carrió, F. B. (2019). Pensamiento crítico en los grados de ciencias de la salud. La importancia de educar la percepción como vía para que el estudiante adquiera criterio. Folia Humanística, (11), 44-64.

Cerrillo, R. (2003). Educar en valores, misión del profesor.Tendencias Pedagógicas, 8 (pp 59-68)

Díaz, Y. A. T., Zambrano, S. M. B., & Daza, V. A. M. (2020). Programa de intervención en debate crítico sobre el pensamiento crítico en universitarios. Educación y Humanismo22(38), 1-17.

Melero, J. C. (2010). Habilidades para la vida: Un modelo para educar con sentido. Zaragoza: II Seminario de la Red Aragonesa de Escuelas Promotoras de Salud. Recuperado de http://bit. ly/28NAfQ5.

Merchán Price, M. S. (2012). Cómo desarrollar los procesos del pensamiento crítico mediante la pedagogía de la pregunta. Actualidades pedagógicas1(59), 119-146.

Ossa, J. (2005). Educar es enseñar a indagar la investigación como proceso de formación. Educaçao28(3), 525-533.

Sevilla, H., Tarasow, F., & Luna, M. (2017). Educar en la era digital. Docencia, tecnología y aprendizaje. Recuperado de http://www. pent. org. ar/extras/micrositios/libro-educar/educar_en_la_era_digital. pdf.

Sirvent, M. T. (2001). El valor de educar en la sociedad actual y el “Talón de Aquiles” del pensamiento único. Revista Voces Asociacion de Educadores de Latinoamerica y El Caribe Uruguay, Ano V, Nro10.


 [u1]Hipervínculo a video sobre “te conoces bien?”

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